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Foto del escritorOlavi Luna

Del vino de Creta y sus placeres.


Copa de vino en la costa de Creta

En el mundo del vino es muy constante encontrarse con menciones a puntuaciones o medallas obtenidas del productor. Existen concursos serios y otros que no son transparentes en su forma de evaluar, razón por la cual, no suelo guiarme por dichas menciones.

 

Como ya es costumbre, esta semana tome una apuesta por otro vino. En esta ocasión el elegido fue un tinto de Creta (Grecia) que me llamó por su mezcla inusual de uvas: una parte de syrah por otra igual de kotsifali. Adicionado con una gran reputación respaldada por una medalla de oro otorgada por la revista Decanter.

 

cuello de botella en fondo blanco con un descorchador y copa de vino

Es imposible sacar los prejuicios de la mente, al saber que me encontraba con un caldo con uva syrah, esperaba encontrarme con un vino de mucho color y profundos aromas a chocolate con un acento de tabaco. En efecto, este vino tenía dichos aromas y algunos otros más sutiles que supuse eran producto de la uva griega.

 

A veces creo que debe ser duro ser un productor de vino, puesto que el producto final que has trabajado por años queda al escrutinio público de conocedores y amateurs. Si te va bien, existirán los que crean que has creado la mejor bebida del mundo, pero del lado contrario, podrían hacer pedazos no sólo tu trabajo, sino años de herencia y saber hacer. Por eso no soy enólogo.

 

Diría Ego (personaje de la película Ratatouille) “la vida de un crítico es sencilla…”, y de cierto modo lo es. Sin embargo, una cosa es mantener un juicio meramente subjetivo, y otra muy diferente el tener un análisis que esté reforzado por una base teórica y algo que yo llamo “horas copa”.

 

Ahí estaba yo frente a esa copa que contenía un líquido de profundo color rojo carmín y matiz atejado. Una copa que me estaba seduciendo con su gran intensidad aromática que inundaba mi nariz con notas de anís, mentoles, hierbas de olor y chocolate negro. Tenía miedo de probarle.


copa con vino tinto y de fondo ichnilatis

En mi cabeza resonó esa frase trillada “le tienes miedo al éxito”. Temía que mis expectativas por este vino se desvanecieran con el primer sorbo y me confirmaran lo que temo siempre que veo a un vino puntuado: -es mera publicidad-.

 

Tomé la copa por el tallo y comencé a rotar la bebida, más por un acto reflejo que otra cosa. Le di el primer sorbo permitiendo que el líquido entrara primero en contacto con la parte central de mi lengua y posteriormente comencé a jugarlo por mi cavidad bucal.


Ummmm…

 

Tragué tratando de descartar lo experimentado y le di otro sorbo. Está vez el ejercicio fue distinto, ya que al paseo le agregue una ligera succión de aire para que el vino chisporroteara en mis papilas. ¡Vaya sorpresa!

 

Lo vivido con ese vino se puede resumir en una experiencia totalmente placentera y golosa. Los taninos carnosos que dejaban mis mejillas y lengua resecas se llevaban en completa armonía con el frescor de la acidez y lo mentolado que despedía sin parar. Un final largo ligeramente especiado con tabaco de cigarrillo de buena calidad.

 

Sin temor al error, este es de los mejores ejemplos de Grecia que he probado. No sólo es único en la combinación de uvas, si no también en la profunda comunión de lo viejo con lo nuevo.

 

Este vino es un imperdible para cualquier coleccionista y todo aquel buscador de joyas enológicas que desea vivir un momento hedonista redondo.


vino ichnilatis
Nombre del vino: Ichnilatis.
Añada: 2017.
Origen: I.G.P. Creta, Grecia.
Productor: Strataridakis.
Uva: syrah, kotsifali.
Guarda: 12 meses roble.

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