En una tarde calurosa cualquiera, siempre se agradece una copa de vino blanco que sea fresco, ligero y con algunos toques cítricos en el retrogusto. Siempre y cuando todo esté en perfecto balance.
Grecia es muy famosa por Santorini y una uva que se encuentra plantada en esta isla y en todo el territorio griego: la assyrtiko. Imposible pronunciar para muchos, pero inolvidable para todo aquel que ha probado algún vino con base en el mosto de este fruto.
Quería servirme una copa del famoso vino blanco que tanto está causando ruido a nivel mundial, así que puse a enfriar la botella en cuestión. Como buen turista, mientras esperaba a que se enfriara, me puse a recabar la mayor cantidad de información posible al respecto para aprovechar mi experiencia al máximo.
Con la botella en su punto correcto de temperatura, con las paredes lagrimeando de agua por recién haberla sacado de la enfriadera, comencé a descorcharla y serví un poco en una copa de cristal pequeña.
Al principio parecía ser un vino genérico joven con poca coloración y algunos brillos dorados. Algo a resaltar fue que en las paredes de la copa se formaron pequeñas burbujas, las cuales me decían que el productor se preocupó por el correcto embotellado del vino. Gracias.
He de confesar que de la vista no nació el amor y fue hasta que utilicé mi sentido del olfato que comencé a disfrutar más este vino. La intensidad aromática era media con algunos recuerdos de flores blancas como la manzanilla y azahar, algunos frutos de pera y durazno también se asomaban… nada espectacular.
¿Han sentido cuando algo no está bien y paras de golpe? Ese presentimiento comenzó a inundar mi cabeza y decidí dejar mi copa un rato porque quizás me había pasado con el tiempo de enfriamiento y todavía tenía más cosas que ofrecerme este assyrtiko.
Ahí estaba yo de nuevo, con una copa empañada pero ya con gotas que le escurrían por la parte externa del cáliz e indicaban que había llegado el momento de darle otra olisqueada.
Inmediatamente tome la copa y la acerque a la nariz para descubrir un universo distinto a mi primera impresión. Frutos secos como pistaches, cacahuates y orejones se amalgamaban a una nota muy peculiar a petróleo que pudiera describir como cuando abres el protector de plástico de una baraja nueva de naipes.
Disculpen el romanticismo de mis descripciones, pero es que en ese momento fue que me atrapó aquel vino de Creta. Tanto fue el embrujo de aquellos aromas bien conjugados que tuve que beberlo.
Mis primeras palabras después de tragar el vino fueron “¡ah cítrico!”, en el buen modo.
Lo que recuerdo en mi paladar de aquel brebaje, fue una sensación fresca con una ligera untuosidad, pero de final limpio y chispeante que me recordaba a los bloques de magnesia. De alcohol muy ligero y de marcada acidez bien integrada que comenzó a invitarme a servirme algo de alimento.
Ahora entiendo el porqué de la fama de este vino griego y agradezco el haber experimentado un buen ejemplar. Lo agregaré a los imperdibles de la cava para maridarlo quizás con algún aguachile u ostiones en su concha.
Nombre del vino: Assyrtiko.
Añada: 2021.
Origen: I.G.P. Creta, Grecia.
Productor: Strataridakis.
Uva: assyrtiko.
Guarda: joven.
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